domingo, 27 de mayo de 2007
Villa era un hombre inculto, pero cuando tuvo en sus manos la administración del gobierno de Chihuahua o de la Hacienda de Canutillo emprendió acciones sociales radicales. Imponía controles de precios, abría escuelas, gran parte de los impuestos de guerra los destinaba a abastecer a la población de productos básicos. Villa imponía estrictas restricciones al consumo de alcohol. El dinero producto de la venta de alcohol y de casas de juego administradas por sus hombres era canalizado a la Revolución.
Destaca en el ideario villista el valor de igualdad de trato y de igualdad de oportunidades ("Es justo que todos aspiremos a ser más, pero también que todos nos hagamos valer por nuestro hechos"). En sus fiestas convivían gente modesta con personas de clase media y alta. En Canutillo, los trabajadores recibían salarios muy superiores al promedio nacional. Sin embargo, Villa difería de la aspiración a la igualdad de clases del bolchevismo ("¿Qué sería del mundo si todos fuéramos generales, si todos fuéramos capitalistas o todos fuéramos pobres?").
Villa no compartía plenamente el programa agrario de los zapatistas, en particular porque la reivindicación de la propiedad común de la tierra era propia de las comunidades indígenas. La ley agraria que decretó Francisco Villa el 24 de mayo de 1915 refleja la concepción del villismo al respecto. Por otro lado, como agricultor Villa era un entusiasta partidario del progreso tecnológico aplicado a la producción del campo.
En materia de libertad religiosa, Villa era menos jacobino que los generales sonorenses (Pancho se decía "libre pensador" y se oponía a cerrar iglesias). Por ello, era acusado por Obregón y Calles de "reaccionario".
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